miércoles, 10 de octubre de 2012

Deforestación e incendios en los bosques de caldén


Una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Esta actividad que implica “desnudar el planeta de sus bosques” y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene como resultado un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano. ¿Por qué decimos esto? Sin lugar a dudas, los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.
Cuando se elimina un bosque y el terreno es destinado, por ejemplo, a la explotación agrícola o ganadera, disminuye en gran medida la capacidad de la superficie terrestre para controlar su propio clima y composición química.
"Los árboles crean oxígeno, elemento que sabemos bien, necesitamos para respirar. Esa sola circunstancia parecería motivación suficiente para dejarlos intactos. En calidad de pulmones del planeta, los bosques trabajan las 24 horas para extraer el dióxido de carbono del aire (proceso denominado "captura de carbono") y brindarnos oxígeno a cambio
 La deforestación, por tanto, puede ocasionar la extinción local o regional de especies, la pérdida de recursos genéticos, el aumento de plagas, la disminución en la polinización de cultivos comerciales o la alteración de los procesos de formación y mantenimiento de los suelos (erosión). Asimismo, impide la recarga de los acuíferos y altera los ciclos biogeoquímicos. En suma, la deforestación provoca pérdida de diversidad biológica a nivel genético, poblacional y eco sistémico.

Cómo combatir la deforestación
De acuerdo con las recomendaciones de las Naciones Unidas, existen diversas medidas encaminadas a frenar el proceso de deforestación. Por un lado, los programas forestales de cada país, los cuales deben hacer partícipes a todos los interesados e integrar la conservación y el uso sostenible de los recursos biológicos. Asimismo, las capacidades nacionales de investigación forestal deben mejorarse y crear una red para facilitar el intercambio de información, fomentar la investigación y dar a conocer los resultados de las distintas disciplinas.

Incendios forestales y mal uso del fuego prescripto
El fuego es un factor ecológico natural en el caldenal que ha tenido una influencia muy importante en la evolución de las especies, en la dinámica de la vegetación y en la modelación del paisaje (Bóo, 1990; Bóo et al., 1996, 1997; Martines Carretero, 1995; Llorens y Frank,
2003). Originalmente, los fuegos naturales en el caldenal ocurrían de diciembre a marzo, época de tormentas eléctricas, cuando disminuía el contenido de humedad de las especies autóctonas cuyas gramíneas eran preponderantemente de ciclo invernal, y aumentaba la acumulación de material combustible (Medina et al., 2000). Generalmente abarcaban grandes Estado de Conservación del Distrito del Caldén superficies, al no existir barreras naturales que los contuvieran, y su intensidad era moderada o, al igual que la altura de la llama, por tratarse de especies de bajo porte y al no existir una continuidad vertical de la vegetación (Llorens y Frank, 2004). Sin embargo, el régimen natural de fuegos, su alcance espacial e intensidad han sufrido modificaciones a partir de los cambios socio-económicos que se dieron en la región a fines del siglo XIX (Lerner, 2004).
La sustitución de forrajeras bajas por pajas, con el consecuente aumento de combustible fino y senescente, sumado a la “arbustización” que favoreció la continuidad vertical de la vegetación, ocasionaron un aumento en la recurrencia de los fuegos, cambiaron su estacionalidad, y afectaron de una forma más severa a la vegetación ya que la intensidad de los fuegos y la altura de las llamas es también mayor, influyendo fuertemente en la sobrevivencia de las especies naturales del caldenal. Por otra parte se alteraron los patrones espaciales a raíz de la supresión de fuego, motivado en un principio por el intenso pastoreo del ganado ovino que consumía el combustible fino, y luego por el trazado de picadas y contrafuegos que limitaron su propagación horizontal (Llorens y Frank, 2003)
En general, las superficies afectadas por el fuego son muy importantes, registrándose para La Pampa un promedio de 300.000 hectáreas por año en los últimos 5 años. En 1990, se han calculado valores similares (285.000 hectáreas/anuales) con una frecuencia de ocurrencia de 10 años (Lell, 1990). Esta frecuencia pudo haber descendido gracias a la protección dada por las anchas picadas cortafuegos, realizadas con el fin de evitar la propagación de incendios y favorecer su control en caso de que ocurran (ver figura 14a). Sin embargo la superficie afectada se mantiene alta debido a los incendios de grandes proporciones que se desataron en los últimos veranos. El daño causado por los incendios puede vislumbrarse en las contundentes estadísticas oficiales: entre 1976 y 2001 se quemaron, sólo en la provincia de La Pampa, 11.289.363 hectáreas, 6.476.653 metros de alambrados, afectando más de 40.000 cabezas de ganado. En Lell (2004) se consigna que según datos de la Dirección de Bosques (2002) cerca del 40% de los bosques remanentes de caldén estarían afectados por incendios.
En la actualidad, la ocurrencia de fuegos en la región del caldén es muy frecuente. Los mismos se desarrollan ya sea por causas naturales y/o accidentales, o como consecuencia de su utilización en el manejo silvopastoril. Los incendios generalmente ocurren en verano, con temperaturas altas, humedad relativa baja y vientos intensos, de forma coincidente con el período anual de mayor déficit hídrico y de mayor acumulación de material combustible en los estratos inferiores del bosque. Como consecuencia de los fuegos intensos generalmente suele morir totalmente la parte aérea, pero la mayoría de las especies leñosas casi siempre rebrotan a partir de yemas basales latentes, quedando la parte muerta en pie. En fuegos moderados el daño puede no ser tan severo, aunque en ejemplares jóvenes suele condicionar su potencial desarrollo (Cano et al., 1985; Scarone et al., 2000).
Los bosques de caldén ha sido la principal causa de la alteración del ciclo histórico de fuegos (Distel y Bóo, 1995). Como se ha mencionado anteriormente, el pastoreo favorece el desarrollo de leñosas en alta densidad y, en los pastizales, ha favorecido el dominio de especies fibrosas que aportan mayor cantidad de combustible fino, disminuyendo la disponibilidad de gramíneas y herbáceas bajas. En consecuencia, los productores ganaderos emplean con frecuencia quemas controladas o prescriptas con el objeto de controlar la regeneración de leñosas, aumentar la productividad de los pastizales favoreciendo el rebrote de las gramíneas como fuente de forraje invernal o para disminuir el riesgo de incendios. El éxito de esta práctica, de alto riesgo y bajo costo, depende de la época del año en la que se realiza, que generalmente es a fines de verano y principios del otoño, y de la intensidad calórica del fuego, ya que se busca que el fuego disminuya la cobertura de pajas y arbustivas sin afectar la copa de los árboles. En ese sentido, los factores que inciden en las quemas prescriptas son el porcentaje de cobertura de herbáceas, la humedad relativa, la temperatura y  la intensidad de los vientos al momento de la ignición (Lell, 1990; Peláez et al., 2003). Es muy importante el manejo ganadero post-fuego, ya que luego de la muerte parcial o total de la parte aérea, se produce el rebrote vigoroso de las especies arbóreas y arbustivas que reconstituye relativamente rápido la biomasa leñosa (figura 15), y a los pocos años los productores se ven impulsados a reiterar las quemas para mantener la accesibilidad al forraje, causando un paulatino deterioro de la vegetación leñosa y del ambiente.

Rebrote post-fuego:
Luego de un incendio, el rebrote desde la base es muy vigoroso y si hay baja densidad de pastoreo o exclusión de ganado, el bosque abierto se transforma en un monte bajo con alta densidad de leñosas (La Pampa, Departamento Loventué)
La práctica de fuegos prescriptos como herramienta de manejo de pasturas es un tema complejo, ya que si bien los fuegos moderados pueden mejorar las condiciones de producción sin afectar mayormente la biodiversidad, la mala utilización de los fuegos prescriptos, o su falta de control efectivo, muchas veces ha afectando extensiones mayores que las planeadas originalmente o no han logrado los objetivos buscados. Así, algunas provincias como San Luis han llegado a prohibir su utilización mediante leyes (Ley Nº 328/04). Al mismo tiempo, el efecto benéfico de los fuegos varía según su intensidad y estacionalidad, ya que la utilización de fuego bajo a moderado no sería una herramienta de manejo efectiva para reducir la proliferación de especies leñosas en pastizales, siendo necesarios fuegos de mayor intensidad (en verano) o quemas repetitivas, que implican mayores riesgos ambientales o consecuencias no deseadas (Dussart et al., 1998; Peláez et al., 2003).
La alta intensidad y recurrencia que se observa en los fuegos actuales de la región del caldenal contribuyen a la modificación de la estructura y composición de los bosques y tiene como consecuencia una pérdida de superficie si es seguida por un cambio en el uso de la tierra. Más allá de los perjuicios materiales y económicos directos, los fuegos pueden provocar la extinción local de algunas poblaciones silvestres por pérdida de hábitat y nicho ecológico de animales silvestres, disminución en el banco de semillas y de las raciones de forrajes, favorecer la pérdida del suelo y de sus nutrientes, afectar la recarga de los acuíferos desencadenando procesos erosivos, entre otros impactos ambientales (Llorens y Frank, 2003).

Procesos erosivos del suelo
La fuerte transformación del paisaje ha producido un importante cambio de la cobertura vegetal original con significativas consecuencias edáficas, relacionadas principalmente con: erosión eólica e hídrica, así como procesos de compactación del suelo, afloramiento de napas freáticas, salinización, pérdida de la estructura y materia orgánica del suelo, que en conjunto determinan una disminución marcada de su productividad. Sin embargo, estos aspectos pueden variar en función de las condiciones locales, principalmente la naturaleza del suelo, la pendiente y las condiciones climáticas en general (SAGPyA y CFA, 1995).

Bibliografía
Inventario Nacional de Bosques Nativos

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